La leyenda del Indio (Versión corta 02)

Hace muchos años, en la región de San Vicente de Chucurí, Santander, los indios Yariguíes vivían en armonía bajo el gobierno de su amado cacique. Este líder tenía una esposa a la que amaba profundamente y dos hijos que eran la razón de su veneración. Sin embargo, la paz se vio amenazada con la llegada de los barbudos extranjeros, los españoles.

En una de sus correrías, el cacique se encontró con la tragedia: los extranjeros habían secuestrado a su esposa e hijos. Lleno de ira y sed de venganza, el cacique juró castigar a aquellos que le arrebataron lo más preciado. La esposa, liberada por temor a su esposo, huyó quebrada arriba, perseguida por el furibundo cacique.

Desesperada y temerosa, la esposa se refugió en el nacimiento de la quebrada, ocultándose entre la manigua cerca de una laguna. Fue entonces cuando, aterrada, invocó a los espíritus de la selva para que la protegieran. El alma de la laguna respondió a su llamado, llevándola al fondo de las aguas.

El cacique, lleno de furia, luchó contra el alma de la laguna para reclamar a su familia. Ante la imposibilidad de retenerlos, el alma provocó una torrencial lluvia que hizo salir de cauce a la quebrada. Montados sobre una viga de oro, la india y sus hijos fueron arrastrados por la corriente, desapareciendo para siempre y causando estruendos que casi se llevan al pueblo.

Enfurecido y sediento de venganza, el cacique prometió bajar la quebrada llevándose el pueblo como castigo a la ingratitud de los barbudos extranjeros. Buscó la ayuda del alma de la laguna para provocar lluvias y bajar en una viga de oro. Sin embargo, el astuto cura del pueblo intervino y propuso un trato.

El trato consistía en que, al fumarse un paquete de tabacos, el cacique podría bajar y llevarse todo el pueblo, excepto la iglesia. Como compensación, dejaría un racimo de plátanos de oro en el atrio de la iglesia. Lo que el indio no sabía era que los tabacos eran objeto de un conjuro, y cada vez que se acababa un paquete, aparecía otro lleno.

Así, la neblina cubre los cerros donde nace la quebrada, resultado del constante fumar del indio en espera de cumplir el pacto. Mientras el conjuro de los tabacos perdure, el indio estará a la espera de bajar en una crecida para llevarse el pueblo y encontrar a sus hijos. Mientras tanto, el pueblo vive en paz, sin temor a la crecida que solo ocurrirá cuando el indio cumpla su pacto.

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