Siendo una de nuestras más viejas leyendas y contada a mi manera, cuentan mis abuelos que: a la llegada de los españoles a nuestra región habitaban los indios Yariguíes cuyo cacique gobernaba y tenía una esposa que amaba mucho a dos hijos que eran su veneración.  Un día, uno de los barbudos extranjeros rapto a su esposa e hijos cuando el cacique se encontraba en una de sus correrías y al volver y no encontrarla se llenó de ira y sed de venganza contra el barbudo y su esposa.

Ella huyó con sus hijos ante el temor de su esposo yéndose quebrada arriba hasta su nacimiento perseguida por el furibundo esposo y llena de pánico se escondió entre la manigua junto a una laguna que había allí, donde no fuera encontrada por el cacique que merodeaba en su busca Llamándola e injuriándola.

Aterrada le pidió a los espíritus de la selva protectores del lugar que la ampararan y levantándose el alma de la laguna se la llevó al fondo de la misma.

El cacique furioso peleo contra el alma de la laguna reclamándola y con intención de llevársela a la fuerza. Viendo el alma de la laguna la imposibilidad de guardarlos provocó una torrencial lluvia que hizo salir de cauce a la quebrada y cabalgando a la india y sus hijos sobre una viga de oro los hizo llevar por la corriente abajo hasta perderse para siempre. Fue tanto el estruendo de la crecida que por poco se lleva el pueblo.

Ante esto, el cacique se llenó de más ira y rencor y prometió bajar también quebrada abajo llevándose el pueblo como castigo a lo ingrato de los barbudos que le habían hecho tamaña ofensa. Rogó al alma de la laguna que le permitiera su magia para hacer llover y bajar en otra viga de oro para lograr su promesa; pero sabedor el cura del pueblo del propósito del cacique salió en su busca y al encontrarlo hizo las paces y un trato que fue aceptado con reparos aunque le pareció
fácil ya que el trato era fumase un paquete de tabacos y cuando acabara podría bajar y llevarse todo el pueblo menos la iglesia en cuyo atrio dejaría un racimo de plátanos de oro como pago de los daños.

Lo que no sabía el indio era la ladina intención del cura que a un conjuro los tabacos no se terminarían nunca y cada vez que el paquete se acababa aparecía uno lleno.

Por eso se ve tanta neblina en los cerros donde nace la quebrada y es del tanto fumar y fumar del indio en la espera de cumplir pronto el pacto y poder bajar en una gran crecida para llevarse el pueblo y encontrar sus hijos que le llevan delantera y quién sabe dónde se encontraran.

Así aunque crezca la quebrada y mientras el conjuro de los tabacos continué a perpetuidad el indio estará a la espera de bajar en tanto la neblina se seguirá viendo entre los cerros donde nace la quebrada y mientras tanto el pueblo vive en paz sin temor de la crecida que se lleve el pueblo cuando el indio baje.

Escrito por:
David del Moral