Juan bautista, era de aquellos viejos que tenían la costumbre de darle garrote a la propia mujer y por encime tener su mochoroca, la que visitaban después de descargar su furia a leña en su mujer.

Un jueves santo, viviendo por los lados de loma redonda; al caer la noche, Juan Bautista salió para donde una de sus mozas… ¡Pues se le antojaba tener todas las que podía visitar!… y con las ganas de darle una muenda a su mujer y con intención de matarla… ¡Parecía tentado de la diabla cuando se iba de visita!…

Pasando por una n hondonada volvió a mirar hacia una de las peñas cuando vio que de ella se desprendieron como siete lunas, tomando forma de espíritus blancos cuando se le acercaban y en llegándole lo encendieron a una juetera y arrastrada por los abrojales hasta donde las ánimas pudieron.

En semejante tragedia en que lo llevaban las ánimas; pasando por la casa de su suegra, sintió llegarle un pálpito de esfuerzo, pego carrera y entro casi tumbando la puerta cuando su suegra la estaba cerrando para irse a dormir.

Como estaban rezando el rosario, le arrebató uno al que estaba más cerca y solo alcanzó a decir: ¡Jesús, José y María!… antes de privarse; pero ya había alcanzado a oír a las ánimas que le decían: ¡Cumples o no cumples!

Al otro día conocido el hecho de su entrada de tal manera y de su desmayo, prometía a su suegra y a su mujer que cambiaria para no pasar sustos grandes por andar detrás de lo que no se le había perdido. Lo que nunca cumplió, ni siquiera antes de morirse.

María Nieves Abreo-1997