LA LEYENDA DE LAS ÁNIMAS DE LA REDONDA

Hace muchos años, en el pintoresco municipio de San Vicente de Chucurí, ubicado en el corazón del departamento de Santander, se tejía una leyenda oscura protagonizada por un hombre llamado Juan Bautista. Este personaje, conocido por su temperamento violento y sus hábitos crueles, era temido por todos en la región.

Juan Bautista vivía en los alrededores de la Loma Redonda, y su reputación era tan siniestra como las sombras que se cernían sobre su morada. La comunidad susurraba sobre las desgracias que caían sobre su propia mujer, quien soportaba sus arrebatos de furia y maltrato. Juan Bautista, con su mochoroca a cuestas, se dedicaba a descargar su ira como una tormenta de leña sobre su esposa.

Un jueves santo, cuando la oscuridad envolvía el pueblo, Juan Bautista se aventuró hacia una de sus mozas. Su deseo insaciable de tener a todas las mujeres que pudiera visitar lo impulsaba, y llevaba consigo la intención malévola de hacerle daño a su esposa, incluso de llegar a matarla. La noche parecía ser cómplice de sus acciones, y Juan Bautista se adentró en la oscuridad con la malevolencia guiándolo.

Mientras atravesaba una hondonada, sus ojos se posaron en una peña, de la cual se desprendieron siete luces que tomaban la forma de espíritus blancos. Estos seres se acercaron a él y, al alcanzarlo, encendieron una luz brillante que arrastró a Juan Bautista entre espinos y abrojales, siguiendo un destino desconocido.

En medio de esta tragedia sobrenatural, las ánimas arrastraron a Juan Bautista por el camino tortuoso de su propia maldad. Curiosamente, durante el trayecto, pasaron por la casa de la suegra de Juan Bautista. Un repentino presentimiento embargó al hombre, y movido por un impulso desesperado, irrumpió en la casa justo cuando su suegra estaba cerrando la puerta para irse a descansar.

Dentro de la casa, mientras rezaban el rosario, Juan Bautista arrebató un rosario de las manos de uno de los presentes. Antes de desmayarse, solo pudo articular las palabras: ¡Jesús, José y María! Pero en el silencio que lo envolvía, escuchó las ánimas susurrándole: ¡Cumples o no cumples!

Al día siguiente, conocida la extraña experiencia de Juan Bautista, prometió a su suegra y a su mujer que cambiaría, que dejaría atrás sus oscuros impulsos para no enfrentar más sustos sobrenaturales. Sin embargo, la promesa nunca se cumplió, ni siquiera antes de que la muerte reclamara a Juan Bautista.

Así, la leyenda de Juan Bautista y su encuentro con las ánimas blancas se propagó por San Vicente de Chucurí, recordándoles a todos que las acciones malévolas no quedan impunes, ni siquiera en los oscuros rincones de la noche.

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